En busca de determinantes para un envejecimiento saludable

24/11/2022

Por Ana Moradell, investigadora de la Facultad de Ciencias de la Salud y del Deporte del Campus de Huesca

 

Resumen de su investigación titulada ‘Nutricion y ejercicio: efectos en la composición corporal, condición física, capacidad funcional y calidad de vida de personas mayores’, premiado en el certamen ‘Tesis en 3 minutos’, convocado por Campus Iberus, el campus de excelencia internacional que reúne a seis universidades del Valle del Ebro

 

 

 

¿Cómo se imaginan ustedes una persona mayor? ¿Una persona activa cuidando de sus nietos? ¿O una persona agarrada del brazo de su cuidador? Existe gran variabilidad entre las personas mayores y esto se debe principalmente a si han tenido un envejecimiento saludable, determinado no solo por las enfermedades que han padecido, sino también por sus hábitos: el ejercicio y la alimentación. Los cambios asociados al envejecimiento predisponen a la persona a sufrir enfermedades como la osteoporosis, la sarcopenia o la obesidad, y estas pueden limitar su capacidad funcional es decir la facilidad con la que realizan sus actividades diarias. Lo que es es un importante factor de mortalidad.

Por todo esto, el objetivo principal de nuestra investigación fue evaluar los efectos de 6 meses de un programa de ejercicio multicomponente, (un entrenamiento que combinaba diferentes tipos de ejercicios de fuerza, flexibilidad y resistencia entre otros) sobre la composición corporal de personas mayores con capacidad funcional limitada. Previamente, habíamos observado que el hueso cortical, la capa externa del hueso, estaba asociada positivamente con una mejor condición física y mayores niveles de actividad física (medida mediante acelerometría). Eso sí, moderada intensa. Por tanto, pensamos que tal vez nuestro entrenamiento conseguiría mejorar esta salud ósea, previniendo la osteoporosis. Y así fue. Y no solo eso, sino que también disminuían su porcentaje de masa grasa. Sin embargo, no conseguimos mejorar el musculo y preservar este era importante para frenar la sarcopenia.

¿Qué estaba ocurriendo? ¿sería la alimentación? Efectivamente, encontramos a través de cuestionarios que ciertos nutrientes estaban influyendo en estos cambios del entrenamiento. Concretamente aquellos nutrientes relacionados con el metabolismo muscular como las proteínas, el omega tres, la vitamina D que además estaban disminuidos en esta población más frágil.  De hecho, aquellas personas en riesgo de desnutrición tenían más probabilidades de ser aquellos mayores que necesitaran bastón u otro tipo de ayuda.

Sin embargo, al entrenar con este grupo, observamos que podíamos mejorar su condición física igual que los bien nutridos. Es decir, estábamos mejorando su funcionalidad. Es más, con este entrenamiento conseguimos mejorar la calidad de vida de todos los participantes, un objetivo principal en cualquier investigación que se realiza con personas mayores.

Lamentablemente os traigo malas noticias. Tras cuatro meses de desentrenamiento todas las ganancias se pierden. Por ello diseñar estrategias específicas que perduren en el tiempo es de vital importancia para garantizar el envejecimiento saludable.