Aragón ha hablado: Análisis de las encuestas de uso de la lengua aragonesa en el Alto Aragón

26/03/2024

Alejandro Pardos, investigador doctoral de Unizar, sintetiza en estas líneas el estudio sobre el uso actual de la lengua aragonesa que presentaba en marzo de 2024 en el Campus de Huesca

 

Dentro de la convocatoria de ayudas del año 2023 de la Cátedra Johan Ferrández d'Heredia y con el apoyo de la Dirección General de Política Lingüística, un equipo de investigadores de la Universidad de Zaragoza, formado por los profesores Antonio Eito, Chaime Marcuello y José Ángel Iranzo, junto con el doctorando Alejandro Pardos, han analizado la realidad de la lengua aragonesa en su zona de uso predominante, delimitada según el Anteproyecto de Ley de Lenguas de 2001. Este análisis se desarrolla a partir del trabajo de campo realizado entre los meses de Abril y Agosto de 2023, período en el que se realizaron aproximadamente 1000 encuestas y se visitaron más de 60 municipios, repartidos por toda la geografía oscense y la parte más septentrional de la provincia de Zaragoza. Además de la ayuda proporcionada por la propia cátedra universitaria y la DGPL, el trabajo desarrollado contó también con financiación de las comarcas de Jacetania y Ribagorza, comprometidas con la investigación, difusión y promoción de la lengua aragonesa.

La elección de los municipios se basó en una revisión y ampliación del estudio que llevó a cabo el profesor Francisco Llera en el año 2000, Estudio Sociolingüístico de las hablas del Alto Aragón. De este modo, se decidió someter a encuesta a determinados municipios que previamente fueron descartados. Municipios, sin embargo, bastante representativos por los diferentes procesos históricos y sociales que han vivido en los últimos tiempos, como es el caso de Monzón o Binéfar. La preocupación por garantizar la representatividad de los municipios seleccionados condicionó la estrategia desde el principio. La despoblación, sumada a la dispersión de muchas localidades y la falta de vertebración territorial dificultaron seriamente la tarea. En el caso de las capitales comarcales, aunque el volumen de encuestas a realizar era mucho mayor, presentaron también un público más diverso, que encajaba fácilmente con los distintos criterios de edad, género o profesión. En definitiva, un trabajo que se desarrolló correctamente, aunque, evidentemente, condicionado por las características demográficas y sociales del territorio, un territorio despoblado y envejecido en la mayoría de los casos, con cierta reserva hacia el encuestador y hacia la lengua, estigmatizada durante décadas.

La herramienta utilizada para la obtención de información fue la encuesta, en este caso, una adaptación del formato utilizado anteriormente para el caso del catalán, la Enquesta d’Usos de la Llengua Catalana. Los principales resultados revelan que el aragonés sigue vivo en toda la zona de uso. A día de hoy se calcula que unas 8.000 personas lo utilizan de manera cotidiana, según los cálculos más optimistas, dentro de un conjunto de unas de 24.000 personas que manifiestan tener conocimientos de la lengua. El uso es mucho más intenso en las relaciones familiares y vecinales, sobre todo entre personas de mayor edad y en núcleos rurales. El uso de la lengua decae considerablemente en las relaciones más formales y fuera del entorno de los hablantes. Estos datos muestran que la transmisión intergeneracional está fuertemente comprometida y que algunas medidas incipientes como la enseñanza en las escuelas, o la presencia, tímida, en medios de comunicación, pueden no ser suficientes si se quiere garantizar la pervivencia de la lengua.

Como uno de los aspectos más positivos, se pueden destacar que la conciencia lingüística (es decir, la existencia de otra lengua diferenciada del castellano) es mayoritaria entre la población del norte de Aragón, incluso por parte de los no hablantes, que, además, muestran actitudes positivas hacia la convivencia. Aunque persisten denominaciones como “fabla” u otros autoglotónimos localistas, se recoge “aragonés” como la forma más utilizada, lo que refuerza la teoría de un aumento en la conciencia lingüística. A su vez, el 80% de los hablantes considera que se trata de una única lengua, en lugar una serie de modalidades o dialectos, aunque las denominaciones locales y los rasgos propios cuentan con una gran estima y consideración. Por otra parte, cabe destacar que 8 de cada 10 personas dicen entender el aragonés, un porcentaje muy elevado (79%), algo que se matiza posteriormente cuando se pregunta por otras competencias básicas como es hablar (34%), escribir (29%) o leer (69%).

Aunque el estudio se centra en cuestiones sociolingüísticas, el reconocimiento del aragonés como lengua, la buena convivencia, y el reconocimiento de este patrimonio lingüístico son hitos que remarca el estudio de campo. El escaso apoyo institucional (el aragonés no cuenta con carácter oficial), así como los cambios sociales y demográficos (pérdida poblacional en su zona de uso o retroceso de sus usos a nivel informal y local) son elementos negativos que pueden hacer más difícil la pervivencia de la lengua románica más amenazada del mundo. Si las noticias acerca del escaso apoyo recibido terminan por consolidarse, el panorama se muestra desolador.