Compartir bajo un olivo: La importancia de la cooperación en periodos de crisis

26/05/2020

 

Un proyecto de cooperación en formación agraria que el Campus de Huesca desarrolla en Líbano sirve al profesor José Casanova para recordar la importancia de la cooperación, en todo momento, pero especialmentre en periodos de crisis.

 

Por José Casanova Gascón, profesor de Ciencias Agrarias y del Medio Natural en la Escuela Politécnica Superior del Campus de Huesca (Universidad de Zaragoza)

 

Desde hace algunos años, profesores de la Universidad de Extremadura y de la Universidad de Zaragoza colaboramos con la formación de olivicultores en Líbano bajo el amparo de Naciones Unidas.

Líbano es un país que está en guerra con Israel y en2006 el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la creación de una fuerza de interposición al sur del país. En ella participan 13 países yEspaña es responsable del sector oriental donde se ubica la base “Miguel de Cervantes”, cerca de la localidad de Marjayoun. El objetivo principal de esta misión de paz es evitar enfrentamientos armados, pero también existe la sección de cooperación cívico militar, que desarrolla diversas actividades con la población local: desde la instalación de luces en una calle, asistencia veterinaria, enseñanza del español o el programa Almazara, que es en el que participamos.

En Líbano, la cultura oleícola es profunda y antigua. En el país se encuentran ejemplares de 5000 años de antigüedad. La mayoría de la producción de calidad se obtiene en la zona norte,mientras en esta zona del sur, más pobre y castigada por la guerra, se quiere recuperar el cultivo, modernizar el manejo y promocionar el consumo porque en la actualidad el aceite de oliva es muy caro.

La idea de la que nace el programa es que es hay mucho que compartir entre agricultores y estudiosos del olivo separados por más de tres mil kilómetros. Nuestra colaboración consiste en visitar diferentes pueblos acudiendo dos días a cada localidad.El primero impartimos charlas teóricas y el segundo clases prácticas en una parcela en el campo. Este proyecto de cooperación se desarrolla en un territorio en guerra, con importantes tensiones sociales y políticas, y en el que todo está dominado por la fe religiosa. En Líbano confluyen 17 religiones y los pueblos de la zona se dividen por la fe a la que pertenecen la mayoría de los habitantes, que no suelen acudir a zonas dominadas por otras confesiones. Además del mosaico religioso y del conflicto con Israel, desde 2011 han ido llegando a esta zona miles de refugiados provenientes de Siria.

Las clases teóricas se realizan en locales sociales o escuelas con asistencia de agricultores adultos, y en las últimas visitas ha aumentado el número de jóvenes (este año asistieron alumnos de dos escuelas agrarias) y de mujeres, sobre todo en las zonasde mayoría cristiana.En todas las sesiones hablamos en español y nos interpretan al árabe, aunque, durante las sesiones en el campo el lenguaje de los gestos nos permite hablar, discutir y comentar cualquier aspecto de la olivicultura. Hay una pregunta que siempre nos hacen los agricultores de la zona: ¿Cómo es posible que España produzca más y mejor aceite que nosotros? Hay que tener en cuenta que en ese territorio se ubica el origen histórico del cultivo del olivo, pero la mentalidad de los agricultores es muy tradicional.

Las ideas de mejora que proponemos son técnicas sencillas, de bajo coste, pero cambiar la mentalidad es difícil en ese entorno de tensión, agravado por la falta de formación. Por ejemplo, en un pequeño pueblo puede haber varias cooperativas, una puede pertenecer a un emprendedor, otras acogen socios según su fe religiosa...A veces las soluciones más eficaces se topan de bruces con el peso de la tradición. Por ello es difícil que acepten los cambios propuestos, por ejemplo, la fertilización o el laboreo se hace a ojo y nos encontramos con olivicultores que no podan los olivos por criterios religiosos.

Nuestra relación con agricultores y cooperativas es muy buena, ya que son personas acogedoras e interesadas, que quieren mejorar su producto y necesitan apoyo. Para ellos el olivo no es sólo un árbol de cultivo, es un símbolo profundo que conecta sus vidas con la tradición o la fe religiosa.

En las sesiones nos juntamos con personas de toda índole social, política y religiosa, pero alrededor del olivo, a la sombra de sus ramas centenarias, las barreras desaparecen y hablamos un idioma común. Compartimos técnicas, solucionamos problemas, aprendemos del otro, y nos agradecen la cercanía, viniendo de tan lejos. De ellos hemos aprendido que los olivos son también fructíferos puntos de encuentro. La covid-19 nos va a exigir también encontrar los olivos que den cobijo a múltiples vías de colaboración y cooperación global, que nos permitan superar juntos esta situación.

 

 

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