Leer con las manos. Libros infantiles para un (des)confinamiento

18/06/2020

Rosa Tabernero (*), profesora del Campus de Huesca y directora del Máster en ‘Lectura, libros y literatura infantil y juvenil’, revisa periódicamente las novedades en torno a la literatura dirigida a los más pequeños. En esta ocasión nos propone dos obras, una en formato digital y otra en papel, que nos invitan a “leer con las manos”.

 

 

Después de días de quietud, aquí estamos intentando tomar el pulso a una realidad que algunos denominan “nueva” y que otros tildan acertadamente de normalidad “chunga”. Entre tantos dispositivos digitales que nos han acompañado durante este tiempo, bien pudiera pensarse que las pantallas se han instalado en nuestra vida y solo es así parcialmente. Vivir es entenderse en la paradoja y desde ahí la realidad digital ha fortalecido el discurso de lo matérico, de los objetos y de la fisicidad de los libros. Brillante, en este sentido, resulta la colaboración de Isidro Ferrer con el Museo Nivola en la Enciclopedia visual de los sonidos (http://www.museonivola.it/mostre-e-eventi/isidro-ferrer-enciclopedia-visiva-dei-suoni-volume-i/), una reivindicación virtual, en el más puro espíritu rodariano, del libro como objeto en el que el lector puede intervenir para experimentar sensaciones nuevas transformando en imágenes los sonidos.

 

Y si de libros infantiles hablamos, conviene recordar que los niños leen con las manos, que solo así se apropian de las historias para desarrollar tanto su imaginario como su habilidad lectora. El libro resulta un objeto que ofrece estabilidad y permanencia frente a lo efímeroy la infancia, en la búsqueda de seguridades, vuelve los ojos hacia él con el fin de hallar un poco de verdad, como solicitaba Maurice Sendak. En esta línea, editorial Ekaré nos sorprende hoy con un álbum magistral: Madre Medusa de Kitty Crowther. Trata esta obra de la relación entre Anacarada y su madre Medusa en una historia luminosa con ecos mitológicos que desarrollala complejidad de las relaciones materno filiales. Medusa ama a su hija de tal modo que trata de evitar cualquier relación de esta con el exterior pero la niña desea jugar con otros niños,  ir a la escuela, y eso supone abandonar el espacio de protección que Medusa con su cabello ha construido para ella. Sin duda, es una obra de arte que se explica en esos “aperitivos de la vida” que Ungerer reclamaba para los libros infantiles. Merece la pena que los niños degusten esta obra de sabor agridulce. Porque así sabe la vida.

 

Imágenes: portadas de 'Madre medusa' y de la  'Enciclopedia visual de los sonidos' 

 

(*) Rosa Tabernero Sala es profesora del Área de Didáctica de la Lengua y la Literatura en la Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación (Campus de Huesca de la Universidad de Zaragoza). También dirige el Máster Propio en ‘Lectura, libros y literatura infantil y juvenil’. 

Este artículo ha sido publicado también por Diario del Alto Aragón