Joaquín Costa Martínez (1846-1911). En el 175 aniversario de su nacimiento celebrado en 2021
Por José D. Dueñas Lorente (*), profesor -y anterior vicerrector- del Campus de Huesca de la Universidad de Zaragoza e integrante del Centro de Estudios Costistas (IEA-DPH)
A Joaquín Costa le ha perseguido desde hace tiempo la sombra de la fama y el reconocimiento. Pero de un modo muy peculiar en su caso. Fue desde muy pronto un autor respetado y citado, aunque poco leído. Posiblemente, el hecho de haber producido una obra tan variada y extensa ha dificultado el estudio sistemático de sus escritos, aunque seguramente ha favorecido que durante años fuera aludido como León de Graus, Grande Hombre, Profeta, etc. Su carácter y forma de vida alimentaron asimismo el renombre de personaje excepcional, eternamente descontento e incómodo para el poder establecido. Se ha dicho a menudo que Costa fracasó en vida. No logró una plaza estable en la universidad, sus proyectos políticos -la Unión Nacional es el caso más evidente- fueron efímeros, su obra fue tergiversada pronto, en función de los intereses de cada cual, etc. Sin embargo, al poco de morir el Congreso aprobó un plan de riegos en el Alto Aragón semejante al diseñado por él y mereció biografías, antologías, estudios. Hoy mismo, 175 años después de su nacimiento en Monzón, continúan apareciendo obras inéditas del polígrafo. De muy pocos autores puede decirse lo mismo. Al cuidado de Juan Carlos Ara Torralaba, Prensas de la Universidad de Zaragoza han publicado recientemente Nosce te ipsum, notas autobiográficas del joven Costa, apenas conocidas hasta la fecha. Hace solo diez años se editaron por primera vez sus Memorias.
El estudio riguroso de la obra de Joaquín Costa arrancó a principios de los años sesenta del siglo XX, con motivo del cincuentenario de su muerte. Y fue sobre todo un hispanista inglés, George J. G. Cheyne, quien llamó la atención sobre la singularidad intelectual de Costa. Todavía en 1972, titulaba su estudio biográfico como Joaquín Costa, el gran desconocido. Por entonces o poco después, estudiosos como Alberto Gil Novales, Alfonso Ortí, Eloy Fernández Clemente, Cristóbal Gómez Benito, José-Carlos Mainer, Agustín Sánchez Vidal, etc., fueron clarificando en lo fundamental las aportaciones costianas, el sentido final de una obra inmensa y en ocasiones contradictoria. Hoy, aunque de manera más sucinta, nuevas generaciones de investigadores se aproximan a sus escritos. Y todavía hay no pocos aspectos de su producción que generan discusión y desacuerdo.
Desde hace algunas décadas Joaquín Costa goza de una doble pervivencia: la académica y la popular. Precisamente por la innegable dimensión popular de su figura es recordado en cada uno de los aniversarios de su nacimiento y muerte. Así, la todavía reciente y sonada conmemoración en 2011 del centenario de su fallecimiento contribuyó y mucho a actualizar algunas de sus múltiples aportaciones al debate intelectual de su tiempo, ya fuese en el campo de la educación, la agricultura, el derecho, la antropología, la lingüística, la política, la geografía, etc. El centenario contribuyó a que la figura del montisonense fuera revisada en profundidad. Y hay que decir que Costa salió reforzado del acontecimiento.
En suma, como ha defendido repetidamente Cristóbal Gómez Benito, solo si se entiende la obra de Costa como la aportación ingente pero cohesionada de un reformador social que adopta la perspectiva del pueblo y en particular del pequeño campesino, estaremos en condiciones de comprender cabalmente el nada común empeño intelectual del autor y de apreciar mejor sus logros y fracasos.
(*) José D. Dueñas Lorente, es profesor del Campus de Huesca de la Universidad de Zaragoza, en el que ha sido vicerrector. Actualmente dirige el Centro de Investigación en Ciencias de la Educación de esa institución y la Cátedra Johan Ferrández d’Heredia de Lenguas Propias y Patrimonio Inmaterial de Aragón. También forma parte del Centro de Estudios Costistas (Instituto de Estudios Altoaragoneses /DPH).
Autores aragoneses como Ramón J. Sender, Joaquín Costa, Ramón Gil Novales o Felipe Alaiz han centrado buena parte de su actividad académica e investigadora, que también se extiende a otros ámbitos de la literatura, la educación o la comunicación.
Entre sus libros se pueden señalar Costismo y anarquismo en las letras aragonesas, Ramón J. Sender: (1924-1939) periodismo y compromiso, Gil Bel Mesonada: obra periodística y literaria; o Contar en Aragón, publicado junto a otros profesores del Campus de Huesca, sobre la palabra y la imagen en la literatura infantil y juvenil.
Este artículo ha sido publicado tambiénm por los medios del grupo Sileoh