Por José Antonio Cuchí Oterino, profesor de la Escuela Politécnica Superior-Campus de Huesca de la Universidad de Zaragoza
Desde hace unos años, en el primer fin de semana de mayo, se celebra el Geolodía, donde geólogos voluntarios presentan desde el terreno, por provincia, rasgos de la geología cercana al público en general. Este año 2020 se celebrará virtualmente en Calasanz. En apoyo a esta idea, se presenta un esbozo de la minería en el Alto Aragón, actividad hoy desaparecida, secundaria en su economía, pero llena de hechos y leyendas que merecen un poco de atención antes de que se pierdan por el inexorable relevo generacional y la incansable reforestación que está ocultando los restos de minas, escombreras y fundiciones. Desde finales del XIX hay documentación administrativa, incluso con coordenadas geográficas, pero muchas minas tienen una compleja historia, se han reabierto varias veces, cambiado de dueño y nombre, y han sido objeto de secretismos, intereses especulativos e incluso estafas.
La noticia más antigua llega de mano del acuñamiento del argentum iberorromano oscense. Hay suficientes indicios de que la plata, y mucho plomo “romano”, vinieron de las galenas argentíferas del alto Cinca en Chisagüés, Espierba, Parzán y Bielsa. También hubo minas de plomo en Eriste, con una fundición restaurada, y en Panticosa, en Yenefrito. El cobre, también utilizado en monedas antiguas, era abundante, en la Hoya de Huesca: Barto, Ayerbe, Gaberdola, Lienas, Almunia del Romeral y Labata. Hay también denuncias de cobre en Castanesa, Candanchú y Oza.
Mina Robert en la montaña de Liena (Chisagüés/Parzán), explorada por
Ana Ortas y Mariano Olivan (de la sección del Espeleología del Club Atlético Sobrarbe) y Rafa Ruiz (del club SIS de Tarrasa)
El hierro de Bielsa fue producto estrella desde la edad media hasta el siglo XVIII. Hay referencias a más minas de hierro en topónimos sugerentes (Ferraturas, Ferrerrías, pardina Ferrera) y evidencias en Candanchú y Guarrinza.
Con la Ilustración y la Sociedad Aragonesa de Amigos del País llegaron los primeros relatos técnicos. En 1753, un informe de William Bowles destapa la estafa de los explotadores checos de la mina de cobalto de Gistaín que lo cambiaban por galena. Luego se escriben los textos de Ignacio de Asso, Pedro Blecua y Mateo Suman. Este desvela el misterio de la mina del valle de Oza. En 1832, pasada la Guerra de la Independencia, José de Viú, de Torla, indica una mina de oro, plata y plomo en Bujaruelo. No es la única noticia. Hay leyenda oral sobre una mina de oro en el valle de Tena arruinada por los franceses y otra en Cotiella.
A mediados del XIX hay una fiebre minera. Mallada escribe: “los naturales del Alto Aragón se sienten inclinados a suponerlo muy rico en substancias metálicas en cualquiera de sus sierras”. Entre otras supercherías, un avispado vasco señala una imposible mina de platino en Ayerbe. Un proyecto de ferrocarril de Benasque al puerto de Los Alfaques describe la Ribagorza como una nueva California. La ilusión continúa. En un expediente de 1874 en el Archivo histórico Provincial, Sebastián Sesé registra una mina de mineral argentífero en valle de Bardají junto al Turbón.
Mina Felicidad en el valle de Bardají, Llert, Turbón
El cambio de siglo acelera la actividad barruntando la primera Guerra Mundial y muchos extranjeros sobre todo franceses solicitan minas. Se reactivan las de Parzán con transporte del mineral mediante cable a Francia. Es también el auge del lignito. En el Bajo Cinca rio arriba desde las minas de Mequinenza y Torrente; en la cuenca del Malpás-Bisaurri, en la Fueva y Cagigar... Incluso se demarcan minas en Monegros y en la Hoya de Huesca. En el Pirineo, la única mina de antracita en Sallent ya había sido solicitada a principios de siglo por Miguel Basaldua.
En los archivos aparecen muchos solicitantes: MIPSA, la Sociedad de Minas de Lienas luego Peñarroya; catalanes como Nilo Maso (Hullera del Alto Aragón) y Narciso Tornés; altoaragoneses como José Trell y Blas Sorribas. Una dinastía de tres generaciones son los Cambra, Bartolomé, Marcelino María y María Concepción, a caballo entre Graus y Barcelona. Muchos tienen representantes en Huesca: Luciano Labastida Oliván, M. Sánchez Montestruc, P. Abbad, Domingo Santos Coarasa, Vicente Mingarro, Saturnino Baquer, Severino Bello. El primero es muy activo y llega a presidente de la Cámara de Comercio .
Mineral en la mina Robert en la montaña de Liena (Chisagüés/Parzán)
Tras la gran demanda de la I Guerra Mundial hay un importante descenso que se agrava con la crisis de 1929. Hay un ligero repunte durante la II República. En 1935, Tomas Castellano registra las minas de pirita de Cerler para fabricar ácido sulfúrico en La Almozara de Zaragoza. Mucho se destruye durante la guerra civil. Así, por ejemplo, se destruyen las instalaciones de Parzán. Al acabar la guerra hay sugerencias de suministro de mineral de manganeso de Estopiñán al III Reich. Con la autarquía se reabren varias minas, por ejemplo de cobre en el Somontano. A mediados de la década de 1960, la minería nacional entra en decadencia y la de Huesca también. Como anécdota, en 1960 hay un expediente singular iniciado por el Instituto Nacional de Previsión solicitando una mina de mercurio junto al parque de Huesca, dado que en la excavación de los cimientos se habían encontrado unas frascas de este metal. Huelgan comentarios sobre la resolución. Es verdad que comenzaban las solicitudes para exploraciones de hidrocarburos. Pero eso es ya otra historia.
Bocamina inundada en Labata
Fotografías: La imagen inicial , la segunda y la cuarta corresponden a la mina Robert (municipio de Bielsa). Autores:
Ana Ortas y Mariano Olivan (del Club Atlético Sobrarbe) y Rafa Ruiz (del club SIS de Tarrasa)La dos restantes (mina Felicidad, de LLert, y mina de Labata) proceden del archivo de José Antonio Cuchí.
Este artículo ha sido publicado también por Diario del Alto Aragón