SAN FRANCISCO
País: Estados Unidos Año: 1936 Duración: 115 min. B/N
Dirección: W.S. Van Dyke.
Guion: Anita Loos según un argumento de Robert Hopkins.
Fotografía: Oliver T. Marsh.
Dirección artística: Cedric Gibbons.
Vestuario: Adrian.
Montaje: Tom Held.
Intérpretes: Clark Gable, Jeanette MacDonald, Spencer Tracy, Jack Holt, Jessie Ralph, Ted Healy, Shirley Ross, Margaret Irving, Harold Huber, Edgar Kennedy, Al Shean, William Ricciardi, Kenneth Harlan, Roger Imhof, Charles Judells, Russell Simpson, Bert Roach, Warren B. Hymer.
Sinopsis: En el San Francisco de 1906, una cantante de ópera busca trabajo en el local de Blackie Norton, quien se convertirá en su protector. La joven se debatirá entre la atracción que siente por el empresario, un cínico individuo de escasos principios morales, y los consejos de un sacerdote que no aprueba su relación. En esta situación, un fuerte terremoto arrasa la ciudad y cambia el rumbo de sus vidas…
Soberbia producción de la Metro con reparto de campanillas, melodrama y musical a un tiempo, que combina brillantemente una romántica historia de amor con el cine catástrofes 40 años antes de que esa perniciosa moda dominase las taquillas de los cines.
Atractiva historia –pese al exceso de canciones, que tampoco molestan tanto–, llena de carácter, buen sabor, cierta nostalgia y unos excelentes personajes. Clark Gable domina la pantalla como descreído propietario del teatro de music hall, mientras que la habitualmente estomagante Jeanette MacDonald no abusa de los gorgoritos y realmente está bella a rabiar y las apariciones de Spencer Tracy como sacerdote son tan destacadas que dos años después repetiría rol en el superéxito Boys Town (1938, La ciudad de los muchachos) que le reportaría su segundo Oscar –aunque aquí también estuvo nominado–.
La parte más caduca de esta magnífica película es el ocasional tono de indigesta moralina, parábola de la historia de Sodoma y Gomorra aplicada a la ciudad de San Francisco, con su famoso terremoto de 1906 como castigo a los “pecados” de la ciudad y que acaba por convertir a los no creyentes, incluido el pendenciero Gable. A pesar de todo, la película sigue funcionando cinematográficamente a la perfección 80 años después y se sigue disfrutando con gran gozo gracias a un portentoso sentido de la narración por parte del eficaz Woody Van Dyke –quien dos años después concluiría otra mayúscula película, Maria Antonieta con Norma Shearer–.
Sobra decir –todo el mundo lo sabe– que las escenas del terremoto siguen siendo extraordinarias, más que por los efectos especiales, admirables para la época, por la tensión, el ritmo y el nervio con el que están rodados por este artesano hollywodiense capaz de lo mejor y lo peor.
Con todas las posibles pegas un clásico indiscutible.
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